¿Qué ser humano no ha sufrido un trauma en esta vida, su nacimiento incluído?
Yo vivo a 30km de una ciudad tropical, que se caracteriza por los constantes tranques (o embotellamientos de tránsito) y con un sistema de transporte tan pésimo, que se me hace un nudo en el estomago siquiera tener que pensar en el transporte colectivo. El que conoce la Ciudad de Panamá sabe, que es como un cometa con una larga cola, cuya cabeza se origina a orillas del Canal. Tengo ahora un trabajo que me hace atravesar la ciudad de canto a canto ( 50km) y luego de las inundaciones de Diciembre, la principal ruta que me leva a la ciudad sufrió múltiples derrumbes, así que mi vida se ha visto complicada severamente. A pesar que planeo hasta el infinito mis rutas, me ha sido simplemente imposible evadir este karma colectivo. Trato de tener siempre música suave. Evito las calles transitadas. Pago mil cuotas en los corredores. Hago rodeos inmensos. Otras veces rezo una coronilla a San Miguel Arcángel. No puedo decir que me exasperan los tranques, tengo que decir que los detesto, que siento que si no tengo escapatoria soy capaz reclamarle a mi Suzuki su título de 4x4 de atravesar una zanja en la mitad de los paños para dar una vuelta en U que parece imposible, o manejar más de una hora por los hombros (a orillas de un derrumbe). Me es imposible reírme con los DJ y escuchar nimiedades la radio. ¿Qué se han creído, pienso? Todos los días rezo antes de partir por no tener un choque y gracias a Dios así ha sido en los últimos años. Mi amigo a veces se burla de mí , porque dejo que la gente pase y no corro, mi manejo es excesivamente lento.
Encontrar un estacionamiento en mi Hospital, es tan traumático, que prefiero caminar varias cuadras, la semana pasada entre bombas lacrimógenas y perdigones de los antimotines a los estudiantes universitarios, situación que vivo desde que yo misma era estudiante, hace 20 años.
Es que por lo general suprimo mentalmente, aquella vez que me choqué con un Diablo Rojo (un bus ) un día camino a un examen de química de la Facultad, donde sufrí un trauma craneo encefálico y no le dije nada a mi madre porque le había destruido la camioneta, suprimo un vuelco que sufrí con mis padres de niña colina abajo en una curva en Arraiján y suprimo sobre todo, aquella noche de 1987 cuando salí con mi hermana, mi hermano menor y una amiga en una caravana a pitar contra el gobierno militar. Nos persiguieron y metralleta en mano trataron de llevarnos presos, pues se formó un caos y un tranque vehicular. Mi carro tuvo que ser escondido por los huecos de bala, pero por suerte, escapamos. En la Francia de los 90, durante los atentados y hasta el sol de hoy, cada vez que paso por un punto de control militar, una aduana o aeropuerto, me siento incómoda. Una regresión hipnótica, evidenció una “vida pasada” como resistente en la II Guerra Mundial. Verdad o mentira este último dato, creo haber descrito con propiedad un síndrome de estrés post traumático desde el punto de vista académico. He aquí la definición de Wikipedia:
Yo vivo a 30km de una ciudad tropical, que se caracteriza por los constantes tranques (o embotellamientos de tránsito) y con un sistema de transporte tan pésimo, que se me hace un nudo en el estomago siquiera tener que pensar en el transporte colectivo. El que conoce la Ciudad de Panamá sabe, que es como un cometa con una larga cola, cuya cabeza se origina a orillas del Canal. Tengo ahora un trabajo que me hace atravesar la ciudad de canto a canto ( 50km) y luego de las inundaciones de Diciembre, la principal ruta que me leva a la ciudad sufrió múltiples derrumbes, así que mi vida se ha visto complicada severamente. A pesar que planeo hasta el infinito mis rutas, me ha sido simplemente imposible evadir este karma colectivo. Trato de tener siempre música suave. Evito las calles transitadas. Pago mil cuotas en los corredores. Hago rodeos inmensos. Otras veces rezo una coronilla a San Miguel Arcángel. No puedo decir que me exasperan los tranques, tengo que decir que los detesto, que siento que si no tengo escapatoria soy capaz reclamarle a mi Suzuki su título de 4x4 de atravesar una zanja en la mitad de los paños para dar una vuelta en U que parece imposible, o manejar más de una hora por los hombros (a orillas de un derrumbe). Me es imposible reírme con los DJ y escuchar nimiedades la radio. ¿Qué se han creído, pienso? Todos los días rezo antes de partir por no tener un choque y gracias a Dios así ha sido en los últimos años. Mi amigo a veces se burla de mí , porque dejo que la gente pase y no corro, mi manejo es excesivamente lento.
Encontrar un estacionamiento en mi Hospital, es tan traumático, que prefiero caminar varias cuadras, la semana pasada entre bombas lacrimógenas y perdigones de los antimotines a los estudiantes universitarios, situación que vivo desde que yo misma era estudiante, hace 20 años.
Es que por lo general suprimo mentalmente, aquella vez que me choqué con un Diablo Rojo (un bus ) un día camino a un examen de química de la Facultad, donde sufrí un trauma craneo encefálico y no le dije nada a mi madre porque le había destruido la camioneta, suprimo un vuelco que sufrí con mis padres de niña colina abajo en una curva en Arraiján y suprimo sobre todo, aquella noche de 1987 cuando salí con mi hermana, mi hermano menor y una amiga en una caravana a pitar contra el gobierno militar. Nos persiguieron y metralleta en mano trataron de llevarnos presos, pues se formó un caos y un tranque vehicular. Mi carro tuvo que ser escondido por los huecos de bala, pero por suerte, escapamos. En la Francia de los 90, durante los atentados y hasta el sol de hoy, cada vez que paso por un punto de control militar, una aduana o aeropuerto, me siento incómoda. Una regresión hipnótica, evidenció una “vida pasada” como resistente en la II Guerra Mundial. Verdad o mentira este último dato, creo haber descrito con propiedad un síndrome de estrés post traumático desde el punto de vista académico. He aquí la definición de Wikipedia:
El evento causante puede ser un asalto violento, secuestro, asalto sexual, abuso, tortura, prisionero de guerra, post accidente automovilístico o recibir un diagnóstico que ponga en peligro la vida. Los niños o o adultos pueden sufrir de un estrés post traumático por acoso laboral o mobbing. Para hacer el diagnóstico debe haberse sufrido por más de un mes. Aunque hasta un 90% de los adultos pueden ser expuestos a un evento traumático, solamente un 5% desarrolla el síndrome.
El Síndrome de estrés post traumatico conlleva la presencia de flashbacks, ira, irritabilidad, trastornos del sueño, afecciones fisiológicas. Afectación de las relaciones Inter personales. Anatómicamente, se ha probado con estudios por imagenes se afectan una zona del cerebro que se llama la Amígdala, que tiene que ver con el componente emocional de la memoria ( el sentido emotivo que le damos a un recuerdo), el hipocampo que también tiene que ver con la memoria y la corteza pre frontal, que tiene que ver con nuestra impulsividad. Traducido, memorias distorsionadas emocionalmente, nos llevan a conductas distorsionadas.
¿Qué tienen que ver las esencias florales con el Síndrome de Estrés Post Traumático?
Esta es una fotografía Kirlian antes y después de aplicar una técnica de sanación. Mechtild Sheffer tiene documentadas en sus libros, fotos similares antes y después de aplicar esencias florales en sus pacientes. Desde el punto de vista energético, un trauma crea un corto circuito en el sistema energético de la persona. Santiago Orozco, terapeuta floral cita textualmente a Bach en su libro Cúrate a ti mismo, cuando este último dice “es la resistencia la que nos daña.” Cuando sufrimos un trauma nos resistimos al mismo. Un mecanismo inicial es contener la respiración, creándose así una resistencia al libre flujo del evento o la energía. Es por ello, que existen algunas técnicas como el rebirthing donde se sanan los traumas (el del nacimiento , entre otros) por medio de la respiración. El Doctor Leonard Laskow en su libro, “Curar con Amor”, explica en detalle técnicas de respiración para curar. Inclusive para extraer “formas-pensamientos” de nuestro sistema por medio de la respiración.
Si hemos dejado un trauma atrapado adentro, nuestro sistema intenta bloquear, olvidar, suprimir o cicatrizar el evento. Ricardo Orozco indica textualmente, que, “no hay trauma antiguo. Basta una secuencia determinada de imágenes, percepciones o acontecimientos, para que el trauma aflore a la conciencia con todas su urgencia, creando desconcierto y angustia”.
La cicatrización energética del trauma conlleva bloqueos donde la energía no circula, o forma circuitos reverberantes (donde el trauma todavía existe y es invocado- consciente o inconscientemente). Esto no quiere decir que el evento no exista en nuestro campo energético, simplemente no somos capaz de verlo. Hay personas donde estos circuitos o patrones energéticos traumáticos, atraen formas pensamiento, reviven nuevamente los eventos traumáticos o repiten circunstancias en su vida.
Hace un par de días dicté una conferencia en un Hospital Pediátrico sobre los efectos en la salud del desastre Nuclear de Fukushima, Chernobyl y Hiroshima Nagasaki. En la conciencia colectiva del pueblo Japonés y de la humanidad, todavía no se han borrado la memoria colectiva los efectos de las bombas Nucleares. Fue demasiado atroz recordar las imágenes y pensar que la energía manipulada de los átomos se volviera otra vez contra nosotros. Los japoneses, uno de los países más ricos del mundo, pensaron que podrían controlar la tecnología nuclear a su favor- átomos para la paz. ¿Qué fue primero la forma pensamiento- el antiguo trauma nuclear o el nuevo desastre nuclear?
La Estrella de Belen (Ornithogalum umbellatum) es la esencia floral indicada en la reparación de traumas antiguos. Esta planta crece de un bulbo. Abundaba en las colinas circundantes de la Ciudad de Belén, de allí su nombre. Usualmente es venenosa, pero en la Edad Media, en tiempos de hambruna sus bulbos se cocían para comer. El Doctor Bach la indicó como “la gran consoladora del Alma”. La Doctrina de los Signos de las plantas en herboristería indica que como sus flores abren al atardecer, se debía usar para trastornos del sueño o pesadillas, pues es aquí donde habitan nuestros traumas reprimidos. No es de extrañar que al administrar Estrella de Belén, la persona reviva eventos aparentemente olvidados e inclusive “sueñe más”. Otros terapistas florales la utilizan en la cicatrización física de las heridas, en caso de cirugía. Un dato importante, la persona en estado Estrella de Belén, hace todo por no desmoronarse, es estoica ( recordemos la compostura japonesa y el retardo en clasificar el derrame nuclear como nivel 7- máximo).
Una flor y una planta que se le parece al efecto de la Estrella de Belén, es el Aloe. El aloe es desde tiempos bíblicos una planta cicatrizante. El aloe crece en zonas desérticas, no necesita casi agua y tiene la capacidad de regenerar una lesión en sus hojas. Se dice en el medio de los terapistas, que tiene un efecto más físico que emocional. Sin embargo, discrepo. Tomé Aloe en esencia y en jugo, cuando tuve inicios de úlcera (de base emocional) y durante mis dos cirugías con efectos importantes. Se lo di a una paciente con cáncer del seno luego de su cirugía y durante la quimioterapia. El jugo de aloe era lo único que le cerraba las aftas bucales. Tres años después está curada y cuidando una nietecita. El Aloe tiene un efecto revitalizador.
La última vez que tomé Estrella de Belén consitentemente bajé de peso y me di cuenta que el peso lo utilizaba como una protección. Los traumas se curan como capas de cebolla, hasta llegar al centro. No he hecho las paces con los tranques, pero sí con los militares. Hace un par de años asistí durante el día de la poesía a la Academia de Policía y di un taller a los reclutas. En lo que escribo esta nota, el Sargento Aparicio, pasó frente a mi casa y sonó la bocina de la patrulla, para indicar que me está cuidando, porque le conseguí una cirugía para su ojo. La semana pasada, no tuve miedo de pasar entre los perdigones, los gases y los anti motines; hasta los saludé y seguí mi camino hasta mi Suzuki. Simplemente lamenté no poder regesar a buscar a un primo en silla de ruedas. Hace un mes, tuve que salir de mi pueblo en la madrugada estando de turno y le di un aventón a dos policías ecológicos y me sentí maravillada que el universo pusiera a mi disposición estas escoltas. Hace dos días fui a ver la exposición de pintura sobre los militares de los 80 del maestro Ureña pero ya no sentí que me afectara directamente a mí. Perdoné por mi hermano y prima presos en la antigua Modelo en el 87. Todavía tengo pendiente escribir ese libro sobre el Viernes Negro, pero ese pensamiento distorsionado y satanizante de los militares de mi país , de los 80, está desapareciendo en mí. Ya puedo escribir desde mi equilibrio. Desde las distintas voces que componen Panamá.